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Inteligencia emocional y apego

La inteligencia emocional (IE) es la capacidad que tienen las personas para enfrentar diversas situaciones, y reconocer los sentimientos propios y ajenos, así como el conocimiento que poseen para enfrentarlos. Según el especialista, el apego constituye “la base para desarrollar el sistema subcortical del cerebro de manera armónica. Y esa parte subcortical es el sistema de las emociones”. Esa característica se consigue con la presencia y el cariño que se le entrega, ante lo cual la mamá tiene un rol fundamental, porque desarrolla un nexo especial con él a través de la lactancia.

Esto no quiere decir que el padre esté excluido o no tenga participación en la formación de la inteligencia emocional durante la infancia; todo lo contrario, cuando lo acune, le haga cariño, cuando el niño sienta su presencia y sus olores se fomentará la IE del pequeño. El doctor Muñoz explica que la estructura de la IE se da durante los dos primeros años de vida del pequeño, porque a través de la leche materna consigue los neurotransmisores necesarios para el desarrollo del sistema nervioso central.

“El déficit de neurotransmisores provoca individuos que crecen y tienen la sensación que el mundo les debe algo, les falta la felicidad. Faltan los neurotransmisores que hacen que uno a veces se sienta feliz. Hay gente que carece de esos mecanismos para producir neurotransmisores, andan buscando eso en otras partes, y la encuentran en el alcohol y las drogas, por ejemplo” explica el especialista. Por eso, recalca que la presencia de la madre en la lactancia y el vínculo de apego que se genere durante este período es fundamental.

Un bebé cuya inteligencia emocional se desarrolla adecuadamente a través del apego, será un niño seguro de sí, sin inseguridades que le pudiesen derivar en problemas emocionales durante su vida adulta, como autoestima baja y celopatías, por ejemplo. El especialista recalca que la lactancia es fundamental en el apego, por lo que se hace necesario aumentar el post natal a -por lo menos- seis meses, para que la madre entregue los neurotransmisores necesarios para el desarrollo afectivo del pequeño, así se evitarán problema mentales en la adultez.

Inteligencia emocional y coeficiente intelectual

Al contrario que la inteligencia emocional, el coeficiente intelectual (CI) se puede medir basándose en pautas como el racionamiento lógico, las capacidades analíticas y el raciocinio matemático entre otras. Pero no son elementos distantes uno del otro, sino que se complementan. El primero se desarrolla en el lado izquierdo del cerebro y el segundo en el sector derecho. Cuando se fomentan ambas inteligencias desde la infancia, la persona será sana y tendrá la capacidad de enfrentar cualquier situación en la vida.

Por lo mismo, la inteligencia emocional y la educación están íntimamente ligadas, porque en ocasiones, a pesar de que un niño tenga un CI bastante elevado, si no tiene la IE desarrollada se sentirá inseguro de sus conocimientos y dudará al momento de responder a pruebas o controles. Al contrario, si una persona tiene un IE desarrollada desde la infancia, cuando trabaje será una persona con sus emociones estables, que puede ser un líder nato, que entiende al resto de las personas con quienes trabaja y logra ser empático, para configurar un ambiente grato que lo llevará el éxito.

Fuente: www.facemama.com

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