- Un niño estaba corriendo alrededor de la piscina, maravillado con los salpicones que creaba con sus pies al correr.
- Otro estaba echando agua con su pequeño bazoka. Al principio echaba un solo chorro de agua pero de repente tapó el agujero con un dedo y ya no salía igual: “lluvia, lluvia” gritaba. Repitió esta actividad una y otra vez, mejorando cada vez su técnica.
- A otra niña en cambio, le parecía que el agua estaba demasiado fría y decidió jugar en el césped. Enseguida encontró un montón de tesoros escondidos en la hierba: hormigas negras y rojas, gusanos, mariquitas…Llamó a lxs demás niñxs que se encontraban en el agua y estxs crearon un circulo alrededor de los animalitos. “¿Los pisamos?”, “no, no! no los mates!” decía otrx…
- Otro niño más pequeño estaba jugando con dos cubos. Uno era pequeño y el otro tenía agujeros. Con este último intentaba coger agua una y otra vez pero el agua se escapaba de los agujeros.
- Otrxs dos niñxs estaban jugando con animales de plástico dentro del agua. En un momento, uno le dijo a la otra: “¡Mira! ¡El dinosaurio no se hunde!”
- Otro estaba intentando ponerse de pie encima de una tabla de caucho. Cuando lo consiguió grito “¡Lo conseguí! ¡He saltado!”
Como podéis observar el criterio de cada unx, la actividad y el proceso fueron totalmente diferentes, pero todas muy enriquecedoras. Fueron enriquecedoras porque fueron importantes para ellxs. Basándose en sus intereses fueron capaces de aprender conceptos y actitudes muy diferentes: el principio del efecto-consecuencia, la utilización de diferentes herramientas, la ecología, el principio de la flotación, el control del cuerpo…
Parece que en la sociedad está muy arraigado”el proceso de la enseñanza“, pero ¿es necesario “enseñar” las cosas de un modo irreal y abstracto? ¿Acaso no tienen lxs niñxs la capacidad innata de aprender? Muchas veces creamos procesos y materiales abstractos en nuestro día a día, para poder enseñas cosas que pasan en la vida real.
¡¡Dejemosle al niñx que trabaje su autonomía!!
