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Ventanas

El marido miró y quedó callado.

Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y el viento.

Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas, y dijo al marido:

¡ Mira, ella aprendió a lavar la ropa ! ¿Le enseñaría otra vecina?

¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana!

“Todo en la vida depende del cristal con que se mire”

 

 

 

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