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Tener que sufrir la falta de respeto…

Estaban a punto de empezar a coser. El medico intentaba meter la aguja pero cada vez que lo hacia se le salía. Hizo muchas intentonas, para no dar ni un punto. Mi hijo empezó a gritar “Ama, ama!! quiero estar con mi amatxo” y el tutor le dijo que yo estaba ahí. Mi hijo quería estar conmigo (¡¡Como es normal!!) e intente cogerlo. La enfermera y el médico le estaban agarrando, ya que era ‘muy importante’ que no se moviera, que estuviera boca abajo. Yo les pedí que me dejaran abrazarlo, que era normal que empezará a llorar y que el quisiera abrazarme. Mi hijo se puso como loco al darse cuenta que no me dejaban cogerle y tanto el médico como la enfermera le dejaron sentarse. Yo le cogí en brazos y empezó a llorar desconsoladamente.

 

A partir de ese momento el médico empezó a decir que la madre tendría que salir de esa sala, hablando en tercera persona, como si yo no estuviera ahí.

Yo le dije que no me iba a mover de la sala, que si lo hacia mi hijo se pondría mucho peor. Me pidió que pusiera a mi hijo en la postura anterior. Mejor dicho me lo exigió. Y mi hijo me decía una y otra vez que no quería, que el quería estar sentado. Como el médico no hablaba euskera y mi hijo no entendía el castellano, le tenía que traducir lo que me decía mi hijo. Le dije que el quería estar sentado y el médico me dijo que eso era imposible. ¿¡¡POR QUE!!? Posiblemente porque su vista no era muy buena y porque estaba teniendo problemas para coser. Le hizo entrar a una mujer que estaba esperando en el corredor para que sujetara a i hijo y lo mantuviera boca abajo. Mi hijo seguía gritando una y otravez que quería estar sentado sobre mi regazo, pero el médico no le entendía y lo que es más vergonzoso aún, no les hacia caso a sus peticiones ni necesidades.

 

“Rápido, rápido, que no vamos a pasar toda la tarde para dar 4 puntos, que también hay otras urgencias”

“Ayer tuve que coser 80 puntos en la cara a una niña, y ni se movió ”

“El niño a estado bien hasta que a venido la madre, que salga”

“No te quejes que no te puedo hacer daño”, mientras intentaba, sin éxito, darle puntadas en la cabeza.

“Amatxo suéltame, me haces daño”, me decía mi hijo.

 “Perdóname, pero hasta que el médico te de los puntos no puedo soltarte”

“No hay otra opción”, le decía a mi hijo.

 

Costó, pero al final le dio los 4 puntos y por fin pudimos salir de esa consulta. Salí llorando del centro de salud con mi hijo en brazos. Mi hijo se estaba quedando dormido por el cansancio que le había producido el sufrimiento de este mal trago.

Pasé varias semanas enfadada con el centro de salud y conmigo misma. Con el centro de salud por tratar tan mal a las personas, y conmigo porque aunque le dije a mi hijo que no había otra alternativa, yo ya sé que lo hay. La otra alternativa sería el RESPETO. Prácticas como estas deberían de estar prohibidas.

 

Jone Areta Urrestaratzu

 

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