EL PESO DE LA MOCHILA

Se terminó el vivir pendiente de los demás. Cuando somos niños y niñas, solemos tener la libertad y la tranquilidad de solucionar los conflictos. Podemos enfadarnos con nuestros amigos, pero antes de que pasen dos minutos estamos de nuevo ahí, jugando sin parar.

Quisiera saber cuándo perdemos esa inocencia… ¿Tal vez a los 8, 10, 12 años? Es entonces cuando empiezan las peleas, los bandos, las cuadrillas y los malentendidos. He pensado muchas veces que, si desde muy pequeñitos nos hubieran dado recursos para solucionar los conflictos, al ser mayores tendríamos una vida más fácil. En vez de aprender de memoria el funcionamiento del sistema nervioso, los nombres de los ríos de los pueblos, sería mejor empezar a trabajar la inteligencia emocional en nuestras escuelas y en nuestras casas. Yo, por ejemplo, tengo un gran problema a la hora de decir las cosas, soy de las que lo guardan todo dentro. Creo que si digo algo los demás se me vendrán encima. Me faltan recursos, herramientas. Pero estar pendiente de lo que digan o piensen los demás tiene sus consecuencias. Además en dos sentidos: para empezar, al otro no le haces ningún favor al guardar dentro lo que debes decir, porque se lo soltarás cualquier otro día, de un modo inadecuado y en un momento en el que no lo va a entender; y por otro, porque por dentro estás sufriendo. Lo que ha sucedido se queda dentro, pero no se digiere. Queda ahí, como un tiovivo, dando vueltas y más vuelas.

Te ahogas, estás triste, sientes un gran malestar, y en vez de enfocar el enfado hacia la otra persona pasa a tu interior, con todas las enfermedades y tristezas que conlleva.

Quizás sea la edad, pero yo ya he llegado al tope. Sí, tengo un gran problema para expresar las cosas verbalmente, me resulta más fácil hacerlo por escrito; pero, como todo se puede aprender, yo también estoy aprendiendo. Entrenándome cada día. A veces equivocándome y otras veces solucionando conflictos o evitándolos.

La cuestión es que cada persona es LIBRE, LIBRE para pensar, LIBRE para sentir y LIBRE para hacer lo que piensa (siempre sin hacer daño a los demás). Yo hasta ahora no me he sentido libre. Siempre buscando la aceptación, he seguido el camino de los demás. Nunca he pensado en mí misma, no me he sentido LIBRE hasta ahora. Soy una persona LIBRE; LIBRE para pensar, LIBRE para sentir y LIBRE para actuar. No tengo que dar ninguna explicación a nadie. Y si debiera de dar, yo decidiré a quién y cuándo.

Es necesario liberar ataduras. Hay que liberarse de pensamientos, objetos y relaciones que no se necesitan, dejarlos ir. Muchas veces no nos damos ni cuenta, mantenemos a nuestro lado por costumbre miles de cosas, personas, recuerdos, sitios… pensando que si les dejamos ir tal vez algún día los vayamos a necesitar. Sin embargo, esas cosas toman mucho peso a lo largo del tiempo, vamos recogiendo ese peso en nuestras mochilas, pero no nos damos cuenta de su peso hasta que nos producen dolor de espalda.

No sabes cuánto me ha costado llegar hasta este punto. El camino no ha sido fácil, y todavía me queda mucho por recorrer. Pero aquí voy, vaciando mi mochila poco a poco, aligerando la carga de la espalda. Me he prometido a mí misma seguir entrenándome cada día. Habrá días malos, pero también buenos.

Ha llegado el momento de sentirme LIBRE, bien, conmigo misma.

Itxaro Mendizabal AMundarain
Goiberri 2016/01/22

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